Todos tenemos sueños. Soñamos con los ojos cerrados y también con los ojos abiertos, despiertos. Pero llega un momento en el que tu sueño se convierte en tu objetivo, tu pasión, tu camino. Lograrlo significa mucho más que conseguir una meta. En 2011 se cumplió: ¡Campeón del Mundo de Superbikes!.
En 2010 mi camino y el de Ducati vuelven a cruzarse. La temporada anterior con Honda había acabado de forma decepcionante. Las dos partes teníamos claro que no podíamos seguir así y yo condicionaba mi continuidad en el Campeonato a tener opciones de luchar por el título. En caso contrario, no me interesaba.
Fue de esta forma como llegué a un acuerdo con Genesio Bevilacqua y me incorporé al equipo Althea Racing para pilotar una Ducati que, sin ser la oficial, me sorprendió desde el primer momento porque me sentí muy a gusto con ella, la podía pilotar al límite y controlar la situación perfectamente. Por otra parte, me motivaba mucho volver a competir con un equipo italiano y hacerlo con Ducati.
Fue un buen año y aún podía haber sido mejor. Creo, sinceramente que si hubiese estado en el equipo oficial, habría podido lograr el título. Lo cierto es que sumé un buen puñado de podios y que, en ocasiones, me quedé con la miel en los labios, como en Estados Unidos, donde rompí el motor en cada una de las dos mangas cuando ocupaba el primer lugar en ambas. Este problema nos alejó del título, pero realizamos un buen trabajo que nos acabaría siendo muy útil para lograr el número 1 un año después.
Al finalizar la temporada, Ducati anunció que no seguiría en Superbikes con su equipo oficial. Preferían centrarse en MotoGP, donde había aterrizado Valentino Rossi. Este era seguramente su reto más importante hasta aquel momento: ganar un título con Rossi. El resto de los proyectos pasó a un segundo plano y a nosotros nos tocó decidir qué opción tomar.
Finalmente Ducati nos cedió todo el material oficial del año anterior y dos técnicos. No estaba presente en el Campeonato de forma oficial, pero confiaba en un proyecto ganador como el nuestro.
Ya desde el principio vi que a moto iba mejor que la del año anterior e hicimos un importante paso adelante. Además, por mi parte, pude mantener la constancia a lo largo de todo el año, la máxima concentración cada fin de semana. Esto acabó siendo lo que nos daría un título mundial ante rivales de gran talla como Biaggi, Melandri o Corser. Ganar, por ejemplo en Italia, y verme aclamado por los tifossi cuando tenían allí a una leyenda como Max Biaggi, fue muy especial porque me hizo sentir el reconocimiento de la afición al motociclismo, no solo de mis seguidores, sino de los aficionados en general que, además en este caso, me veían como el defensor de los colores de la histórica marca de Borgo Panigale.
Los resultados fueron excepcionales. De 26 mangas disputadas, gané 15 y subí al podio 6 veces más en tercer lugar. ¡21 cajones de 26 posibles! sin acabar segundo en toda la temporada. Todo el equipo hizo un gran trabajo y tanto yo como mi equipo y David Vilaseca, no dejamos ni un solo cabo por atar.
El título llegó en Magny-Cours. Necesitaba 3 puntos en la primera de las dos mangas, pero, ya puestos, sumé los 25 de la victoria y repetí en la segunda. Es difícil poder expresar todo lo que sentí porque fue mucho y muy intenso. El sueño, se había hecho realidad.