Dicen que tras la tormenta siempre llega la calma y así sucedió después estar al borde de la muerte en el 98. Llegó el cambio al equipo oficial Yamaha. Pero ésta no iba a ser la única novedad a medio plazo. Los cuatro tiempos de MotoGP estaban llamando a la puerta.
Necesitaba un cambio de aires tras todo lo sucedido en 1998 y el cambio llegó como aire huracanado que me elevó a la cima de la categoría. Me incorporé al equipo oficial Yamaha; una estructura espectacular con un patrocinador histórico y prestigioso como Marlboro, un compañero de equipo como Max Biaggi y mi buen y apreciado amigo Wayne Rainey como máximo responsable. Mike Webb, el actual Director de Carrera de MotoGP era el responsable técnico de mis motos y todo el equipo era anglosajón. De hecho, no me dejaron incorporar a nadie de mi confianza, pero todos eran unos grandes profesionales. El primer año fue de recuperación, adaptación e integración. Yo estaba saliendo del agujero escudo post-Donington, la moto no nos lo puso fácil, ni a mí, ni a Max y, además hubo muchas caídas. Empecé la temporada, con un segundo lugar en Sepang, pero fue un año complicado y de trabajo duro cuyos frutos recogeríamos a la siguiente temporada.
El 26 de Mayo del 2000, a la conclusión del sexto Gran Premio de la temporada disputado en Mugello, ¡Yo era el nuevo líder del Campeonato del Mundo de 500cc! En seis grandes premios había acumulado cuatro segundas posiciones. Lo cierto es que la cosa se torció al final porque el desgaste y la presión pasaron factura y me acabaron alejando de la lucha por un título al que me había sentido merecedor o, por lo menos candidato firme durante la primera mitad de la temporada. Sin duda alguna, fue el año que podía haber ganado el Campeonato.
La siguiente temporada era ya la última de las motos de 500cc. Todos teníamos la cabeza en los cuatro tiempos y la nueva categoría y esto se reflejó en la pista con un año irregular que comportó tres subidas al podio. En Brno probamos la Yamaha de MotoGP que de entrada me pareció muy potente pero muy básica aún. Había que trabajar mucho en el tren trasero y su neumático debido a la mayor potencia y entender a la perfección como optimizar la gestión electrónica, un terreno muy abierto y con un mayor margen de dessarrollo. Lo que estaba claro es que había potencial y un largo camino por recorrer que no tenía nada que ver con los dos tiempos y los 500cc.
Para la primera temporada de las “motos gordas” que en lugar de silbar, roncaban, puede contar como Jefe de Mecánicos con un muy buen amigo y profesional, Antonio Jimenez. Nos esperaba un año apasionante, intenso y que empezaría luchando por la “pole” en Japón y acabando con un tercer lugar un fin de semana en Suzuka que empecé a 4 segundos de los más rápidos y diciéndole a Antonio: “si intento ir más rápido, me la pego!!”. A aquellas alturas ya estaba claro que la Honda tenía mucho más trabajo a sus espaldas y era una moto más competitiva, pero, lo cierto es que nos defendimos muy bien en un buen número de ocasiones subiendo al podio tres veces más y logrando la pole en Portugal. Cada fin de semana se hacían nuevos cambios y había distintas evoluciones por lo que, en ocasiones, perdíamos el camino de la puesta a punto. Se nos acumulaba el trabajo, pero, al mismo tiempo, resultaba apasionante hacer crecer la moto carrera a carrera.
Max Biaggi se fue en 2003. Llegó Marco Melandri y el año estuvo marcado por la intensificación del trabajo de puesta a punto, la mejora evidente de la moto y la falta de constancia pese a estar delante en un buen puñado de ocasiones.
Pero, indudablemente, esa temporada estuvo marcada para todos y, cómo no, para mí, por el fallecimiento de Daijiro Kato en Suzuka. Me acaba de adelantar Kenny Roberts Jr. y rodaba con el japonés delante de mí, cuando poco antes de llegar a la chicane, perdió el control de la rueda trasera de su moto, cambió de dirección y fue a darse contra la base del muro de hormigón. Fue una tragedia que viví desde muy cerca y que, sin duda, nos dejó una huella terrible a todos.
Tras finalizar el ejercicio 2004 llegó el gran cambio de la categoría hasta el momento. Valentino Rossi se incorporó a Yamaha compartiendo equipo conmigo y la marca reforzó mucho su departamento de competición. De compartir box con él, lo que más me sorprendió fue su gran capacidad para dar siempre algo más. Para mí, fue una lección respecto a los límites y la importancia del piloto en este aspecto para marcar la diferencia al margen de la tecnologia. Una pole y un podio fueron mis mejores recompensas.